En la habitación hace diez minutos que el tiempo ya no transcurre, no avanza. Te miro, muy cerca, te respiro, me derrito, te huelo, te aspiro, te deseo. Estás a mi lado, mirándome, respirándome, derritiéndote, oliendo, aspirándome y deseándome. A tu lado.
De todo lo que cuatro paredes pueden contener.
Lost un Sábado a la mañana, “Esta noche”, demasiado vino y un moretón en el cachete, Signos, despertadores de madrugada, Leberbush y una curita improvisada, todas mis danzas con dedicación, un programa de Les Luthiers que hoy no puedo mirar sin enojarme, mi llanto por un discurso desesperanzador y los lugares tristes a los que me llevaron, un pedido, mil pedidos y “haceme sonreír”, patitas de pollo y videos, una botella de cerveza negra rota, mis cigarrillos, los depósitos, mis preguntas, todas mis preguntas y algunas de las respuestas, los viajes mentales algunos con compañía, Toblerone, Zucaritas, cuatro plumas colgando de la ventana, un template, un acolchado, un juego de sábanas y dos almohadones, muchos (muchos) suspiros y dos sonrisas.
Es interesante. ¿Todo eso cabe dentro de una habitación? Y aunque la distribución cambie, la decoración cambie, la pintura cambie, las sábanas, el acolchado...
¿Aún así sigue siendo la misma habitación?
Felicidades, eso no se da muy a menudo (ni se recibe).
Prolijo, las que mas te gusten
Webstudio, La haitación en escencia es la misma, pero vaya si está mucho mejor ahora con plumitas en la ventana, que cuando tuvo que presenciar cómo se quejaban los cierres de un bolso.
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