senseless

El viento solitario, y empieza el bajo, así tímido y con ansias de ser mas, como las ganas, traviesas ganas que siempre están presentes, acompañando al resto de los instrumentos. Se suman las trompetas que nos recuerdan el miedo, el pudor, la vergüenza, las ganas aún no alcanzan y las trompetas cada vez son más fuertes, imponentes. Hay una suave, melódica y rítmica batería de fondo, es el cuerpo que tiene que coordinar cada movimiento, es nuestro lenguaje corporal, compuesto de cada tambor y cada platillo, que entran en acción según lo requiramos, aún no puede hacer mucho, aprisionada la libertad de movimiento por las trompetas. Y la guitarra que se hace esperar, sólo entra en acción cuando los sentidos estén listos, es ella que nos ayuda a entendernos, es ella la que nos provoca cerrar los ojos, deglutir y disfrutar cada estímulo, es ella a la que hay que entender, leer y actuar en consecuencia, mientras las ganas impacientes. Todos los sonidos se mezclan, se unen, se desarman y rearman mutuamente, quieren mas, piden mas, y finalmente la guitarra pone a las trompetas en un segundo plano hasta casi apagarlas, mientras despliega sus atributos, se hace disfrutar, y la batería se mueve como nunca, solo las cuerdas le dan el incentivo necesario, sin quedarse atrás, las ganas siempre acompañan, aunque cueste distinguirlas por la sonoridad de la emoción, esas ganas que finalmente tienen razón de ser cada vez que las cuerdas se afinan mas y mas, dándole a la batería motivos para apurarse, mientras los tres aceleran el ritmo, los acordes se vuelven mas finos y rítmicos, y se agudiza, se agudizan, se apuran, buscando, tratando de llegar, llegar ahí donde quisieron estar desde que empezaron, el punto mas agudo, justo ahí en la ceguera absoluta, donde sólo un momento se soporta, las cuerdas se queman y mueren por gritar, se reacomodan, 2 segundos, 3 segundos, 4, 6 segundo y se relajan, de a poco, con satisfacción.